Feliz fin de semana, mayo se nos ha situado en su ecuador y sólo nos queda disfrutarlo. Desde este clima mediterráneo, sólo podemos decir que es un lujo poder empezar a disfrutar de nuestro mar, sin olvidar el paseo por la montaña.
Estamos en un fin de semana que atesora fiestas en media España. La festividad de San Isidro Labrador, Patrón del campo, de la agricultura y de sus protagonistas, hace que en muchos pueblos y ciudades esta fiesta sea importante. No olvidemos que, hasta hace unas décadas, nuestros campos daban frutos, muchos más de los que damos ahora y nuestras cosechas alimentaban a los españoles. Si paseamos por nuestra geografía veremos que muchos cultivos han desaparecido y, si entramos en los supermercados, podremos ver que lo que no viene de Marruecos, viene de Turquía, por ejemplo.
Bien está que en estas fechas nos acordemos de la España rural y de las necesidades de agua, para que los cultivos, los que quedan, lleguen a buen fin.
Recuerdo que así, en las fiestas de San Isidro, se conocieron el padre y la madre de Jacintito el de la Tomasa. Nemesio, que así se llamó el padre de Jacintito, fue hombre de pocas palabras. En la boda, a la pregunta de "¿Quieres a Tomasa Gómez Campos por esposa?", el sólo contestó "Sí", lo del "quiero" ya no le salía, pero la experiencia sobre interpretación del lenguaje corporal que tenía el Párroco, le hicieron intuir que sí, que el "quiero" estaba detrás de aquella cabeza inclinada a la derecha, la mano como tendida, un hombro algo caído en expresión "mendicante" y el pie izquierdo ligeramente levantado, eso para el sacerdote era "Sí quiero", pero rotundo. Días después dio una pequeña tertulia en el Ateneo de Robledillo de Arriba de Albacete, explicando, entre otros, el caso de Nemesio, como ejemplo de interpretación del lenguaje del cuerpo. Habló también del caso de Ambrosio, un difunto al que tuvo que atender, pero cuando llegó a su domicilio, el cuerpo ya decía que estaba muerto, porque hasta los cuerpos de los fenecidos tienen leguaje corporal.
Jacintito el de la Tomasa nunca pudo decir a su padre que era espía, porque su padre se fue de este Mundo un poco antes. La dura vida del campo pudo con él. Parece ser que aquella propaganda de la época que decía que había que beber una botella de vino de tres cuartos al día, hizo mella en las costumbres de Nemesio y se lo llevó por delante en un desgraciado accidente, en el que fue arrollado por un tractor. El médico firmó en el certificado de defunción que "Murió de miopía", según el médico quería decir que no vio el tractor. El certificado se encuentra en el Ilustre Colegio de Médicos de Albacete, registrado como un caso singular de muerte el de la miopía, no se conoce otro caso similar en el Mundo.
Nemesio venía de una familia que como mote llevaba generaciones ostentando el de "palo gordo", fruto de que uno de sus antepasados se cargara a un ladronzuelo arrimándole una "ayuda" con un madero de exageradas dimensiones, según cuentan, ruego que ustedes no tomen al pie de la letra lo que este humilde "escribano" pone en esta crónica, pues todo esto es oído de unos y otros. Fue así que la Tomasa decidió que en su hijo terminara aquel mal nombre y a todos repetía aquello de "es Jacintito el de la Tomasa", queriendo tomar ella el protagonismo del nombre. Dicen algunos, dicen..., que no digo yo que fuera así, que era por no levantar expectativas, ya que ella lo había bañado hasta bien mayor y el mote de "palo gordo" no lo había heredado, no..., vamos que no.
Jacintito, cuando espiaba se acordaba de su padre, porque le hubiera gustado contarle todo lo que iba haciendo y le hubiera gustado enseñarle sus anotaciones y sus cosas de espía, igual que le pasaba a Dña. Paz Esteban en sus cuarenta años de servicio a España, que le hubiera gustado contarles cosas a su familia y estar más con ellos, pero que ahora maldice los días en los que se desvivió por su trabajo, después de ver cómo la bota del Presidente, la ha lanzado de una patada, como si de "chusma" se tratara.
Aprovechen ustedes estos días de fiesta en el campo, días de San Isidro, días de caldereta de cordero, que tuve la ocasión de disfrutar en plena "Manchuela" hace unos años. Qué bellos recuerdos nos dejan nuestros vecinos de Albacete siempre.
A todas las Isidras e Isidros, que lo celebren por todo lo alto, es mi deseo.
“Cultivar el espíritu, también es una importante labor en la que San Isidro fue maestro, háganlo”
Como siempre, su seguro servidor... Sergio Morales Parra
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