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CRISTIANISMO, FE Y VACACIONES

Feliz fin de semana. Como un rayo pasa la Semana Santa, nos queda la Resurrección, las Aleluyas y el recuerdo de las emociones en la calle y no de una minoría, como algunos pretenden hacernos ver.

 

El Cristianismo vive sus días más importantes con la Pasión y Resurrección de Cristo y su demostración en las calles sigue siendo un elemento de unión en la Fe y en la cultura Cristiana.

 

Son muchas las ciudades que alcanzaron el privilegio de tener el reconocimiento, para sus procesiones de Semana Santa, de Fiestas de Interés Turístico Internacional. Esto se consigue con mucho trabajo, mucho esfuerzo de las Cofradías y Hermandades, mucha colaboración de las Administraciones Locales con los organizadores de la Semana Santa y con la Iglesia. Un trabajo que ocupa todo el año, como lo puede atestiguar cada uno de los que hace cabeza en la Junta Mayor de Hermandades de cada pueblo y cada ciudad que ha recibido el reconocimiento y de los que aspiran a recibirlo próximamente.

 

Se llenaron nuestras calles de visitantes, unos a admirar nuestros pueblos y ciudades en su plenitud, otros a disfrutarlas sólo por su sol y su gastronomía y otros, otros atraídos por esos pasos en los que llevan años saliendo y que, a pesar de estar lejos, vuelven a la tarde del lunes, o del martes, o del día que corresponda, a salir, a cargar el trono, a rezar por los suyos, para emprender el viaje de vuelta al día siguiente, o una vez concluidas las fiestas, y seguir con la vida ordinaria a kilómetros de donde se encuentra su Cristo, su Cautivo, su Redentor, su Soledad, su Dolorosa o su Esperanza, cuántos nombres para una sola Fe.

 

Se me quedaron en la cabeza los sonidos de los tambores y las cornetas, ocupando el espacio que tantas noticias hubieran querido los políticos que surgieran, pero que no, que al final ni siquiera han ocupado segundos en la mayoría de nosotros, porque todos queríamos desconectar, dejar de oír tanta parafernalia propagandística y hemos pasado a llenarlo todo con sonidos de naturaleza, playas o desfiles procesionales. A ver si se enteran de que estamos un poquito hartos de ellos, de los que nos gobiernan.

 

Pongo mi esperanza en la Resurrección, en la de Cristo, que celebramos cada Domingo de Resurrección, pero también en la de los ciudadanos españoles, a ver si "resucitamos" y conseguimos tomar decisiones más acertadas y nos unimos para responder con fuerza a los nuevos retos que tenemos por delante, el paro, la inflación, la subida de los intereses y la convivencia.

 

La gastronomía nos ha dejado un reguero de su sabiduría centenaria, aportando buñuelos, torrijas, más de un centenar de formas de preparar el bacalao, los potajes de vigilia y un número inalcanzable de platos propios de este periodo que, en su día pretendían ser ajenos a la carne, pero que han dado como resultado la exquisitez del alimento doctamente elaborado. No sé que será más pecado, si sucumbir al deleite de un chuletón o caer en manos de unas gulas bien preparadas. Igual, en el "Juicio Final", oímos aquello de: "Hombre, no se trataba de eso, se trataba de sacrificar algo".

 

Disfruten. Recuerden que Jesucristo dio su vida en un acto de generosidad incomprensible para la mayoría de nosotros, pero recuerden también, que nosotros sí podemos hacer pequeños gestos de generosidad que ayuden a los que nos rodean a que tengan mejor vida. No hará falta que nos crucifiquen, no tengan miedo a ser generosos.

 

Como siempre, servidor de ustedes... Sergio Morales Parra

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